En esta ocasión, debíamos transformar una antigua vivienda de playa en un acogedor hogar para una familia de 3.  A pesar de estar ubicada en la costa, los propietarios pasan en ella largas temporadas, por lo que debía contar con todas las comodidades.

El primer paso, la distribución. En la vivienda original la cocina estaba separada del salón, era estrecha y oscura. Dimos uno giro de 180º y la trasladamos a la fachada principal, creando un espacio común con el salón, que disfrutase de las vistas.

Los clientes buscaban una casa blanca y limpia, pero no por ello quisimos renunciar a los detalles. Jugamos con las texturas en las paredes, con los diferentes matices del blanco, creando contraste e interés hasta en las cosas más sencillas.

La vivienda cuenta con un dormitorio principal con vestidor y baño en-suite, un dormitorio juvenil y un baño adicional completo. Este último baño, se esconde tras una puerta oculta, que parece formar parte de la cocina que se sitúa a continuación. El baño principal, está pensado al milímetro y cuenta con todas las comodidades: luz natural, amplia ducha con doble hornacina, armario zapatero oculto y mueble de lavabo con seno integrado.

Para conseguir un ambiente minimalista pero acogedor, combinamos la madera con el blanco en toda la vivienda y añadimos detalles en negro y elementos decorativos de fibras naturales.